LA JUBILACION

sevilla2

Aunque la palabra jubilación proviene del latín “jubilare” que significa gritar de alegría, para muchos se convierte en un grito de desesperanza y tristeza. Este acto administrativo por el que un trabajador en activo, ya sea por cuenta propia o ajena, pasa a una situación pasiva o de inactividad laboral, luego de alcanzar una determinada edad máxima legal para trabajar, viene acompañado de una pesada carga emocional.

Para afrontar esta nueva etapa es importante incluirla en nuestro proyecto de vida. La preparación para el retiro no debe circunscribirse a un plan de actividades a realizarse luego del cese de las funciones cotidianas de trabajo, pues resulta fundamental la planificación desde el punto de psicológico, ya que “las expectativas que posea un trabajador acerca del nuevo estadío en el que se va a situar (jubilación) incluye mucho en el ajuste correspondiente a dicho estadío. Si las expectativas son positivas y están planificadas se obtendrá un adecuado ajuste y satisfacción en la jubilación”.[1]

Para que la vida tenga propósito, dirección y sentido, se requiere que el individuo defina un plan de acción que tienda a conseguir ciertos objetivos convenientes para él y aceptables para el grupo social del cual es miembro. Este plan deber ser de tal naturaleza que absorba el interés y la atención de la persona. La vida saludable ineludiblemente exige actividades que repercutan en sentimientos de satisfacción. La pasividad estanca y deteriora. Los propósitos que lleven a la persona a concentrarse en la tarea de realizarlos tienden a impedir su desintegración, evitando que surjan preocupaciones enfermizas.

La vida activa en la vejez será posible siempre y cuando la persona haya planeado su retiro desde el punto de vista financiero, a fin de que no le sorprendan las estrecheces económicas. Condición esencial además es que se disfrute de una razonable salud física y mental.

El afrontamiento del retiro está determinado por las diferencias individuales: hay personas que se retiran a la vida descansada, sin albergar propósitos ni perspectivas adicionales, a disfrutar tranquila y sosegadamente de los años postreros de la vida, sin que les perturben ansiedades y zozobras. Pero también hay personas que habiendo forjado grandes ilusiones, se dan cuenta que al entrar el retiro, no existe aquello de lo que habían soñado. Es hondo el abismo entre la ilusión y la realidad. También hay otros individuos que, al entrar a los años de la jubilación, encuentran que tienen por delante muchas otras cosas que hacer, en las cuales ellos no habían pensado.

Aunque parezca muy apetecible la situación de los jubilados, el retiro es una ruptura con diferentes órdenes de la vida, entre las que señalamos:

  • En la vida afectiva. El retiro hace pasar al hombre del estadio de la vida profesional durante el cual el trabajo se concibe y se exalta como la virtud cardinal, al estadio del descanso obligatorio libremente consentido o impuesto. Ello produce una perturbación del equilibrio mental y fisiológico.
  • En la organización de la jornada. Repentinamente, los horarios de trabajo, de descanso, de sueño, entre otros, que había llegado a un alto grado de automatismo después de años de vida idénticos a sí mismos, resultan inadaptados, no corresponden ya a la situación objetiva; de donde una perturbación del equilibrio físico y fisiológico con repercusión sobre la salud y sobre el carácter.
  • En las condiciones de la vida social. Se produce a la vez una ruptura de las relaciones profesionales (no se ve ya a los compañeros de empresa o fábrica), un cambio en la naturaleza de ciertas relaciones (ya no se puede hablar del trabajo) y una modificación en las relaciones hogareñas con el cónyuge (se pasa de doce a quince horas de vida en común, a veinticuatro; de donde se desencadena una perturbación en los equilibrios afectivos. En Japón esta situación ha sido denominada como síndrome del marido jubilado).
  • En las condiciones de vida financiera. La pérdida de una parte de los recursos tiene por efecto la perturbación del equilibrio general del presupuesto y sus repercusiones psicológicas y fisiológicas.
  • En la vida cultural y el ocio. El retirado va a pasar de una situación, con poco tiempo que dedicar a las distracciones, a una situación con mucho más tiempo libre, produciéndose una nueva perturbación del equilibrio del individuo.

Cara a cara con los jubilados

Podemos describirlo como un “destape del alma” los testimonios expresados por los jubilados con los cuales conversamos acerca de lo que ha significado y conllevado el hecho de encontrarse en retiro. Resaltaron los sentimientos de inutilidad y de pérdidas, aburrimiento, sensación de vacío, no saber qué hacer con el tiempo libre, o tener más tiempo del necesario para realizar actividades deseadas, desajuste económico, emocional, afectivo y social.

Nos confiesa Beatriz, 72 años, pensionada del Estado: «Es muy triste trabajar, trabajar y trabajar y al final del camino no tener ni con que mantenerse a uno mismo. Viéndose obligado a acudir a la solidaridad de la familia, la generosidad de los hijos o a las migajas del Estado”.

Para Roberto, de 67 años, la jubilación representaba un tiempo para disfrutar, sin horarios que cumplir, sin jefes a los cuales responder, sin tránsito congestionado y un largo etc.; en fin, el paraíso esperado. Mas la realidad encontrada fue otra. Menos dinero, demasiado tiempo sin saber qué hacer y sus amigos con quien compartir.

Claudia por su parte ha buscado refugio en la iglesia: “he hecho muchos cursos en mi parroquia, incluso salgo a evangelizar cuando mis rodillas me lo permiten”. Ha aumentado más de 30 libras de peso luego de ser pensionada hace más de 8 años, pues “cuando no estoy en la iglesia, me la paso sentada aquí viendo televisión y escuchando mi política que me gusta”.

Las actividades de Joaquín, de 75 años, son más abundantes pues participa activamente en el club de la institución donde trabajó 47 años. “A los más maduritos nos han tomado en cuenta y siempre nos preparan viajes para el interior del país, caminatas, charlas, competencias… nos mantienen ocupados para que no pensemos en las canitas”.

Planifica tu proyecto de vida

La vida es un trayecto, no un punto, no se detiene cuando cesan las labores. Incluye la planificación de las nuevas actividades: en el hogar, en otras actividades lúdicas, en acciones profesionales independientes, entre otras.

Jubilarse y envejecer no justifica que nos retiremos de la vida social sino que por el contrario, implica una forma diferente de participación, indispensable para nuestro propio crecimiento, el de nuestros hijos y el de nuestros nietos.

Al hacernos viejos solemos sucumbir en la ansiedad y depresión porque son etiquetas que forman parte de esta generación. La jubilación es un evento que resulta realmente estresante, muy especialmente para aquellos para los que el retiro tiene implicaciones negativas.

No se debe olvidar que no hay cambios ni mejoras si nadie se implica. De todos depende la transformación de la imagen del envejecimiento. Lo primero es intentar comprender las necesidades de los mayores, sus miedos, significaciones, vivencias, percepciones, etc., siempre desde el respeto a unos valores que pueden ser diferentes a los nuestros. Lo segundo se basa en mejorar su atención porque si se aprende a cuidar a los mayores se aprende a cuidar de nosotros mismos. Es muy importante crear una estructura orientadora para concienciar a los prejubilados con el fin de que se garanticen la adaptación psicológica y social a una jubilación satisfactoria.

[1] Madrid García, Antonio José, Garcés de los Fayos Ruiz, Enrique. La preparación para la jubilación: Revision de los factores psicologicos y sociales que inciden en un mejor ajuste emocional al final del desempeño laboral.